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El libro reseñado presenta una estructura divida en dos partes claramente diferenciadas: una primera parte (la más extensa) dedicada a describir y analizar la obra de Francisco Umbral –también, y no en menor medida, su personalidad– y, una segunda parte, centrada en dos autores nada parecidos a Umbral en cuanto a la temática, estilo y motivaciones de sus obras: Javier Marías y Juan Benet. Sin embargo, frente a la gran distancia señalada, considero que hay un punto en común entre los tres escritores –que no ha señalado la crítica especializada– y, me atrevería a decir, entre todos los escritores que interesan al profesor Díez Fernández: la dificultad interpretativa que soportan las obras de sus autores fetiche, así como la gran originalidad de los mismos. Ficciones y confesiones es un libro recopilatorio de trabajos publicados anteriormente y que este volumen permite poder leer de manera unitaria y accesible. A lo largo del libro se abordan distintos temas trascendentales de la obra umbraliana ordenados con cohesión, de tal manera que el conjunto del libro en ningún caso es un collage, sino un estudio unitario. En el primer capítulo, «Trío de jóvenes y andróginas» se analiza el papel protagonista que la mujer tuvo en los textos (y en la vida) de Umbral, así como se estudian los tipos de mujeres que se encuentran en la literatura del polémico escritor, cargada de un fuerte erotismo. Esta fascinación por la mujer se refleja ya en los propios títulos de los libros de Umbral y se desarrolla en sus páginas. 

El segundo capítulo del libro, «Umbral y el falo lúdico» se centra en escudriñar los principales secretos sobre Fábula del falo, obra curiosamente poco atendida por la crítica si se compara con el interés despertado por otros de sus títulos. El libro es, sin lugar a dudas, uno de los de mayor carga erótica de la obra umbraliana, en la que el sexo es un pilar central, puesto que la trasgresión a la norma establecida y la necesidad de escandalizar son marcas muy características de la obra del escritor madrileño. El falo, tratado con humor e ironía, se convierte en un elemento generalmente lúdico en su obra. Así lo analiza Díez Fernández que, además, apunta al elemento metafórico y alejado de la autobiografía que se encuentra en el libro y que implica una mayor trascendencia que, a su vez, consigue superar el simple divertimento.

En el tercer capítulo, «Cómo escribir un libro con artículos: el Diario de un snob» se inicia tratando el recurrente matrimonio que en la historia literaria se ha establecido entre periodismo y literatura, dando lugar a obras de escritores tan brillantes como Larra, admiradísimo y leidísimo por el propio Umbral. Basta con recordar el libro que Umbral le dedico: Larra. Anatomía de un dandy. El capítulo se centra en analizar Diario de un snob, que es uno de los títulos umbralianos salidos de sus artículos publicados en prensa, así como a explicar la infinita trascendencia que poseen los artículos dentro del cosmos literario de Umbral. Quizá basta recordar que la popularidad de Umbral nace, indiscutiblemente, en la tinta del periódico.

En el cuarto capítulo, «¿Devoción de lector? El Umbral de Proust» se establece la influencia que Umbral ha recibido de dos autores alejados entre sí, pero releídos hasta la saciedad por Umbral. Nos referimos al poeta Baudelaire y al novelista Proust. Al propio Umbral no le resulto costoso reconocer estos magisterios, principalmente el de Proust, que fue su influencia principal, no solo como literato, sino como lector. Proust fue para Umbral un refugio en su existencia.

El quinto de los capítulos, «Continuidad de los parques: de la memoria de la Transición a la novela de la Guerra civil» se ocupa de estudiar las relaciones que se establecen entre Y Tierno Galván ascendió a los cielos y Leyenda del César Visionario con el único objetivo de realizar «una exploración de los nexos de dos textos contiguos en su publicación, pero temática y genéricamente alejados» (p. 137). Este objetivo, nada sencillo en sí mismo, se consigue alcanzar. Como explica el autor del libro, en las obras de Umbral se establece una clara oposición entre los protagonistas respectivos: Franco y Tierno Galván y, por extensión, entre dos periodos históricos que, tradicionalmente, se han estudiado como ideológicamente contrapuestos: la Guerra Civil y la Transición.

El capítulo sexto, «Descortezar el mundo: Mis paraísos artificiales en el origen de Mortal y rosa» trata sobre las relaciones entre las dos obras de su título. Sin lugar a dudas, Mortal y rosa es uno de los libros de Umbral más apreciados y analizados por la crítica. Desde mi humilde punto de vista, no sin razón, por la belleza desbordada de sus imágenes, que lo convierten en una novela lírica de gran fuerza poética. En este trabajo, Díez indica las fuentes literarias que sirvieron a Umbral para desarrollar su obra y la íntima relación que ésta posee con Mis paraísos artificiales, ambas entroncadas al sentimiento de dolor. En el último de los capítulos dedicados a la obra de Umbral: «Prosa y verso: entre la dispersión y el cancionero de Mis paraísos artificiales», Díez Fernández estudia la adscripción genérica de la obra umbraliana. Es lugar común –cualidad nunca rebatida– el lirismo de su prosa.

La segunda parte del libro, de la que trataré más brevemente, presenta dos trabajos: «Memoria y memorias en Otoño en Madrid hacia 1950» y «El costumbrismo en Todas las almas, de Javier Marías», el primero dedicado a la obra de Benet y, el segundo, como ya incluye su título, a la de Marías. En ambos textos el autor hace una espléndida crítica sobre dos títulos que se unen en torno a la importancia que conceden a la memoria, tanto histórica como individual, tema que sin lugar a dudas es para el propio Díez Fernández capital.

Por lo expuesto en los párrafos anteriores, hay que subrayar que nos encontramos ante un libro de referencia para todos los investigadores que, en un futuro próximo y lejano, quieran asomarse a la obra de Umbral. En este texto encontrarán claves fundamentales sobre sus títulos más destacados y, sobre todo, encontrarán «otro Umbral» puesto que Díez Fernández nos presenta, una vez más, una lectura personalísima de los textos, apartada de los lugares manidos que la crítica convencional puede transitar abusivamente. Sin extenderme más, cierro esta reseña deseando que sean muchos los lectores que encuentren en este libro un aprendizaje tan valioso y una lectura tan placentera como la que yo misma he podido disfrutar. 

Info sobre la autora de la reseña: Laura Arroyo Martínez

Info sobre J. Ignacio Díez

Info sobre el libro Ficciones y confesiones: Francisco Umbral